SITIO OFICIAL DE ADRIÁN FERNÁNDEZ
El coche de exhibición con el que ganó Adrián Fernández
la historia del auto Frankenstein
- José Antonio Cortés
- MOTEGI 1999
la historia única del monoplaza de exhibición que regresó de la muerte para volver a triunfar
Esta es la monstruosa historia de un engendro motorizado que sembró terror en las pistas y que, aunque sus rivales creían que había muerto, volvía para recoger trofeos.
Se trata del auto ‘Frankenstein’, el famoso Reynard que estuvo presente en tres triunfos del piloto Adrián Fernández en la Serie CART. El mismo que fue ‘revivido’ por los ‘ingenieros locos’ de Patrick Racing que lo sacaron de la muerte como «showcar» de exhibición para volver a las pistas.
Y fue en la competencia en el óvalo de Motegi en 1999, donde ‘Frankie’ se convirtió en leyenda, hace 21 años el 10 abril, porque ese auto 1997, con piezas del 98 y del 99 dominó la pista en Japón y dio un sonado triunfo al mexicano Fernández.
Nadie podía creer que ese vehículo hecho de retazos y con una calcomanía del famoso personaje de películas de terror creado por Mary Shelley, que ya había cumplido su ciclo ganara a autos nuevos.
Por eso ‘Frankie’ se volvió mítico y, sin duda, uno de los autos de carreras más recordados e importantes de la historia del deporte motor en México y la Serie CART.
Pero, ¿qué fue de ese histórico monoplaza para el automovilismo mexicano que llevaba los colores verde-blanco-rojo? ¿Dónde quedó?
Antes de tratar de responder eso, recapitulemos un poco la importancia de ese coche.
En 1998, Adrián Fernández, mexicano que desde 1993 competía en la IndyCar luego convertida en CART, cambió de equipo. Se fue de Tasman a Patrick Racing, donde tenía como coequipero a Scott Pruett. Ahí permaneció hasta el 2000.
Patrick utilizó en 1997 y 1998 autos Reynard, los cuales cambiaban cada año por el modelo reciente. Los ‘viejos’ se vendían para exhibición, se guardaba alguno como repuesto o simplemente se almacenaban hasta que se les encontrara un destino.
Y ahí es donde empieza la historia de ‘Frankie’.
Para 1999, el equipo Patrick cambió de Reynard a la marca Swift. El entonces director de proyectos especiales de Quaker State México, Arturo Romero, quien era la persona encargada de todo el patrocinio de la empresa a Adrián, le pidió al director el equipo, Jim McGee que le vendiera un auto viejo para utilizarlo como showcar en eventos promocionales.
«Jim me llevó al garage del equipo (en Indianapolis) y me dijo aquí está tu coche, era el Reynard 97 con que ganó Pruett en Australia en 1997. Quedamos en que me lo dejarían listo pronto», contó Romero, en entrevista vía telefónica, donde rememoró la historia.
Romero recuerda que pagó 22 mil 500 dólares por el auto, obviamente sin motor ni partes eléctricas, solamente el chasis, carrocería, llantas, volante, pedales. Mientras que un Reynard nuevo para competencia valía 500 mil.
El Reynard con el chasis número de serie 003, modelo ’97 tuvo su primer momento de gloria cuando, manejado por Pruett, ganó la carrera de Australia en Surfers Paradise el 6 de abril de 1997.
Patrick Racing había decidido cambiar a Swift (una fábrica respaldada por Newman-Haas e Hiro Matsushita), pero dicho chasis demostró desde Spring Training previo a la temporada en Homestead que no era competitivo.
Adrián Fernández, quien ya había tenido una temporada de pesadilla con un auto Lola en 1997 que no funcionaba, pidió una solución inmediata.
«Con el Swift éramos lentísimos. No estaba dispuesto a tener otro año como el 97 con Lola, eso hubiera acabado mi carrera, le exigí a a Pat (Patrick, dueño del equipo) que cambiáramos. Así que nos fuimos con el Reynard 1998 e inmediatamente fueron dimos consecutivamente la mejor vuelta en el Spring Training (febrero 1999), ocho veces. Recuerdo que hasta lloré», narró Adrián Fernández, quien al ser entrevistado para esta historia se emocionó de nuevo.
Con ese modelo 98, Adrián calificó segundo en la carrera en Homestead, el 21 de marzo, pero en la vuelta 110, cuando peleaba la punta con Greg Moore una fuga de aceite lo hizo estrellarse.
«Estaba entre los tres primeros, pero tuvimos una fuga de aceite en la curva tres y perdí el coche», relató Fernández, «(la carrera que seguía era Japón el 28 de marzo) y ya no teníamos tiempo, ahí donde regresamos al ‘Frankie'».
El destino hizo que el auto que ya habían vendido a Quaker se convirtiera en la apuesta para poder seguir, era eso o nada. El Swift no servía, el 1998 estaba destrozado y aunque ya se había pedido un modelo 1999 a Reynard, la fábrica ya no tenía ninguno.
«Me sorprendió mucho llegar a Japón y ver mi coche armado para que Adrián lo corriera y obviamente no tuve objeción en que lo usaran», dijo Romero.
«No fue una idea brillante de nadie, era lo que teníamos», agregó Fernández, «pero en cuanto lo pusimos en la pista funcionó perfecto».
¿Qué tenía ese viejo coche, completado con piezas de otros que lo hacía tan bueno?
«Son cosas inexplicables, nunca lo supe. Son fierros y pasa que te adaptas a él y él a tu tipo de manejo, al trabajo de John (Ward) su estilo de ingeniería. No éramos un equipo con mucho dinero como otros, esa fue la opción y funcionó», señaló el piloto que cumplirá en 20 de abril 57 años y está retirado de las carreras.
Y funcionó tanto que Adrián arrancó cuarto, ganó por segundo año consecutivo la carrera de Motegi, Japón, donde lideró 153 las 201 vueltas con dominio sobre Gil de Ferrán y Juan Pablo Montoya.
«Ahí pensé que ya me lo podía llevar a México, pero el ‘Frankie’ se quedó como muleto (repuesto) para el resto del año», expresó Romero.
Adrián explicó que eventualmente llegó el modelo 1999 de Reynard y el ‘Frankie’ se quedó como repuesto, pero cuando el nuevo no tenía el rendimiento en alguna de las 20 carreras del año, volvían al ‘monstruo’.
«Con los nuevos desarrollos en túnel de viento de Reynard, el ‘Frankie’ parecía quedar obsoleto, pero volvía y volvía, algo inexplicable», dijo Adrián.
En total, ‘Frankie’ se corrió en siete competencias en 1999: Motegi (1o.), Nazareth (5to.), Río de Janeiro (20), Madison (21), Milwaukee (5), Toronto (6) y Fontana (1o.). Sí, la ‘carcacha’ ganó en el Superóvalo el día que murió Greg Moore.
Fueron cuatro triunfos en la historia del coche: uno con Pruett y tres con Adrián, porque en 1998, en la primera victoria en Motegi, había partes de ese 003 en el modelo 98, se pudo corroborar con miembros del equipo en ese año.
Ahora sí, ¿dónde quedó el auto? ¿Por qué no lo conservó Adrián?
La primera respuesta es totalmente incierta. No se sabe con exactitud, hay versiones de que ahora lo tiene, en muy mal estado, un coleccionista en Guadalajara o Tijuana, pero no se ha comprobado la autenticidad de ese monoplaza.
Lo cierto es que en 2000 inició su vida como auto promocional, propiedad de Quaker State. El chofer, Noé Lujano lo llevaba por carretera en un remolque para ser exhibido en plazas comerciales y eventos de distribuidores regionales. Todo bajo la supervisión de Arturo Romero, pero la empresa cambió el control de ‘Frankie’ al área de mercadotecnia y ahí empezó el declive.
«Nosotros sabíamos que teníamos un auto histórico, lo cuidábamos mucho. PPG lo pintaba y mantenía en el mismo estado como cuando se corrió, pero con el cambio de dirección ya no fue así, nosotros teníamos pasión y ellos no», relató con tristeza Romero.
Contó que primero le quitaron la pintura original para una promoción y luego un día entre 2004 y 2005, gente de mercadotecnia le comentó que «no encontraban el coche».
La versión más aceptada es que fue robado con todo y remolque durante una gira, luego Gustavo del Campo, quien fuera director de operaciones del Fernández Racing, cree haberlo visto anunciado en Ebay por una persona de Tijuana.
«Vi que alguien lo vendía en Ebay hace unos años, hasta mostraban el número de serie que no se puede falsificar», relató Del Campo, al ser entrevistado, «luego me dijeron que lo tenía una persona en Guadalajara, pero se veía muy deteriorado, no sé si era».
Adrián Fernández explicó que a él le hubiera gustado conservarlo por el gran significado que tiene y su valor histórico, pero que en su momento creyó que no había mejores manos que su patrocinador para conservarlo.
«Ni me pasó por la mente recuperarlo, yo estaba pensando en tener mi propio equipo. El lugar ideal para él era Quaker State. Luego le perdí la pista y me vine a enterar mucho después que se perdió.
«Es una pena, pero al final yo no tengo muchos cascos, trajes y cosas que usé en carreras que gané porque preferí dárselas a mis patrocinadores, porque ellos lo apreciaban y eran lo que ayudaban para que pudiéramos correr», dijo.
Tratar de recuperar el auto ahora, expresó Fernández, no es algo que contemple. Tiene un museo particular en Miami donde exhibe un auto Panoz de IRL y un Reynard 2004 de CART y sus tíos conservan el Fórmula Ford que corría en sus inicios como piloto.
«El ‘Frankie’, si es el que dicen que anda por ahí, esta muy dañado, dependería de cómo estuviera, pero no creo que se pueda recuperar».
Así que no sabemos, hoy a 21 años de su gran triunfo, si algún día ‘Frankie’ volverá a vivir y pueda ser admirado por los aficionados de una era dorada del automovilismo mexicano en Indy, la era de Adrián Fernández.