Más que las victorias o podios, a mi carrera la definió el inmenso número de aficionados que creyeron en mí en cada pista, cada vuelta y cada, curva.

Miles, seguramente millones de paisanos y no mexicanos se volvieron parte de mi trayectoria.

No importaba qué tan lejos o qué tan difícil de llegar fuera el lugar donde correría cada domingo siempre llegaron multitudes vestidas con la camisola de Tecate-Quaker-Telmex. Esa camisa tricolor con la gorra negra que, al verla en las tribunas y en el paddock me inspiraba a darlo todo.

Sin exagerar, llenamos el Autódromo Hermanos Rodríguez, el Parque Fundidora e invadíamos las pistas de Houston, Homestead, Long Beach, Fontana y hasta Michigan.

Ustedes fans de Fernández Racing hicieron que mis tres décadas de competencia me sintiera siempre como en casa. Si ganaba, subía al podio o terminaba en los puntos, daba lo mismo, nunca un reproche ni faltaron las palabras de aliento.